¿POR QUÉ ES TAN DIFICIL EDUCAR HOY?


Para contestar a esta pregunta que tantos adultos se hacen en la actualidad, veo necesario analizar tres aspectos fundamentales de la educación: las circunstancias en las que estamos educando hoy, los valores que utilizamos para ello y la utilización de las normas que estamos realizando en la actualidad.
Cualquier sociedad, cualquier grupo humano, para educar; lo primero que observa o debe observar son las circunstancias en las que vive, ya que estas van a determinar sus prácticas. En segundo lugar, son los valores que le definen y en los que se apoya a la hora de intervenir, los que deben servir como guía y soporte de su actuación. Y por último son las normas las que sirven para inculcar los valores en esas circunstancias.
Si tomáramos la metáfora de la construcción de una casa para explicar este proceso, las circunstancias serían el terreno en el que vamos a construir la casa, los valores serían los materiales con los que vamos a edificar y por último las normas serían el diseño de la casa.
1. ¿CUÁLES SON ALGUNAS DE LAS CIRCUNSTANCIAS EN LAS QUE EDUCAMOS HOY?
2.- ¿CÓMO ES NUESTRA ESCALA DE VALORES A LA HORA DE EDUCAR?
3. ¿CÓMO SON LAS NORMAS QUE UTILIZAMOS HOY EN LA EDUCACIÓN DE LOS
NIÑOS/AS?

Encuesta sobre convivencia con los hijos e hijas

Esta es una encuesta sobre convivencia con los hijos e hijas, que se le ha pasado a las familias del alumnado de 3 años en los centros educativos de Mairena del Aljarafe (Sevilla), C.E.I.P. Los Rosales y C.E.I.P. Francisco Giner delos Ríos, pertenecientes al Proyecto Escuela: Espacio de Paz "En búsqueda de unos valores comunes"

1) ¿CUÁLES SON ALGUNAS DE LAS CIRCUNSTANCIAS EN LAS QUE EDUCAMOS HOY?


Hoy en día, en nuestra sociedad, las condiciones materiales en las que educamos a los niños y niñas son por lo general bastante buenas, es decir no hay, salvo algunas terribles excepciones, situaciones de pobreza o de penalidades en la vida cotidiana de nuestros hijos e hijas; más bien al contrario: la situación es de abundancia. Y la gestión de esta abundancia convierte en muchas ocasiones la labor educativa, no en una lucha contra la adversidad sino más bien en una lucha contra la complejidad.
A partir de aquí podemos reflexionar sobre algunas de las circunstancias en las que estamos educando hoy:
1.a) Hay que gestionar la abundancia.

1.b) Los adultos no tenemos la llave de la información.

1.c) El adulto no es un modelo social.

1.d) El modelo familiar pasa por una época crítica.

1.e) Hay una gran aceleración en los cambios sociales.

1.f) La escolarización es obligatoria hasta los 16 años.

1.g) La sociedad se mueve en unos parámetros que entran en contradicción con los que propone una educación democrática.

1.a) Hay que gestionar la abundancia


Está claro que una gran parte de nuestra sociedad vive en la abundancia, si no en todos los elementos, sí en hacer del lujo una necesidad. La abundancia se relaciona siempre con la felicidad, y la escasez con la desgracia. Pero a la hora de educar, cuando hay abundancia es más difícil dar y transmitir el valor de las cosas, que cuando hay escasez.
Además hemos pasado de una situación de pocos medios y muchos hijos a una situación de muchos medios y pocos hijos. Nunca como hoy, se ha perseguido en nuestra sociedad la posibilidad de tener un hijo/a.
Todo esto hace que nuestros hijos e hijas vivan en una posición en la que entienden que los privilegios son derechos y que tengan algunas veces una actitud despótica con los adultos en general y con los padres en especial. Esto además les da una sensación de inseguridad que se refleja en mal comportamiento, ya que el que lo tiene todo, sólo puede perder. Estas circunstancias les hace además insolidarios con la mayor parte de la infancia del mundo que vive dentro de un mundo lleno de miserias y necesidades básicas.

1.b) El adulto no tiene el monopolio de la información


Los adultos (padres, madres y maestros y maestras) tenían hasta ahora el monopolio de la información. En la actualidad nuestros hijos e hijas adquieren mucha información a través de los medios de comunicación, información que el adulto no tiene la posibilidad de censurar o filtrar, pero el significado de las cosas (el conocimiento), sólo se lo pueden dar los demás.
Por lo tanto debemos aprender a compartirla y a darle nuestra visión de adultos.
Es imprescindible no ignorar la información que llega a nuestros hijos e hijas.

1.c) El adulto no ejerce de adulto


O lo que es lo mismo, el adulto no es un modelo social. El adulto, en muchas ocasiones, se presenta hoy como un ser inestable e inacabado, dirigido por la estética del fracaso. Y sobre todo, que huye de la responsabilidad. ¿Pero este modelo sirve para educar?. La paternidad es minusvalorada por la sociedad, quedando asociada a una actividad molesta y que nos quita nuestro más preciado bien: el tiempo libre. El adulto ha desaparecido (y no digamos la persona mayor) como modelo social, y cuando no desaparece, en muchas ocasiones es ridiculizado.
El adulto ha cedido su sitio a los niños, pero no es lo mismo que el niño consiga con su esfuerzo ponerse a la altura de los adultos a que sea el adulto el que le regale este lugar de privilegio.
Los niños se quedan sin modelo de referencia, a la vez que desaparece la infancia como lugar de inocencia.
El problema viene cuando nuestros hijos no tienen clara la diferencia entre: La realidad y el juego, lo privado y lo público y lo permitido y lo prohibido.
Por otra parte el niño y el joven son adulados por los medios de comunicación, porque son objeto de deseo comercial.
Todos estos elementos, hacen que el adulto cada vez tenga menos el papel de adulto-conductor de la vida de los niños, mientras estos, cada vez están más acostumbrados a decidir.
Y con esto, corremos el riesgo de convertirnos en padres obedientes, de hijos/as acostumbrados a mandar.

1.d) El modelo familiar pasa por una época crítica.


Hay una crisis de desarrollo en la institución familiar. Una crisis de desarrollo, sin duda, porque está buscando un equilibrio más justo que el que ofrecía el modelo patriarcal. Pero esto no puede impedir que valoremos que la incorporación de la mujer al sistema de trabajo y las nuevas necesidades sociales y laborales provocan una nueva distribución del tiempo familiar que en muchas ocasiones crean situaciones críticas en las vidas de las familias. Estas condiciones describen un nuevo papel femenino y exigen un nuevo papel masculino que no termina de generalizarse.
Por otra parte entran en la familia personas ajenas, que en ocasiones se convierten en figuras de apego que sustituyen, en vez de complementar.
También el divorcio o las desavenencias en ocasiones, hacen que la estructura familiar se tambalee.
Los niños/as necesitan una estructura estable, la que sea, padre y madre, familia monoparental, u otras fórmulas familiares; pero estable.

1.e) Hay aceleración en los cambios sociales.




Los adelantos tecnológicos cambian nuestra vida cotidiana, e influyen en muchas cosas, y también en la relación con nuestros hijos. La aparición del móvil, de internet; o el fenómeno de la botellona, han supuesto una revolución en la vida de muchos chicos/as. Ante tanta incertidumbre, tenemos un papel difícil: Tenemos que tomar decisiones constantemente: ¿Le compramos el móvil o no? ¿Lo dejamos chatear? ¿A que hora debe volver a casa?
No podemos adelantarnos al futuro, pero sí debemos aprender a transitarlo.

1.f) La escolarización es obligatoria hasta los 16 años


Escolarizar hasta los 16 años implica que nuestros hijos e hijas tienen un trabajo, que es estudiar, y nosotros otro, que es hacer que estudien. Pero escolarizar al 100 % de la población no es una tarea fácil. Esto produce tensión entre familia y escuela, haciendo imprescindible su colaboración.Por otra parte,la sociedad tiene que sensibilizarse con la educación como lo ha hecho con la salud y dedicarle más medios humanos y económicos.
Hoy sería impensable que se dejara morir a alguien sin atenderlo, pero todavía es posible y muy probable que se dejen “morir” educativamente a aquellos alumnos/as que precisamente están más “enfermos”.
La selección da lugar a una evolución vertical (Olimpiadas, Universidad),mientras que la obligatoriedad da lugar a una evolución horizontal (Deporte para todos, Escuela Obligatoria).Ambas son necesarias para avanzar en educación.
Debemos enseñar a los niños/as otras realidades para hacerles conscientes de la suerte de estar escolarizados

1.g) La sociedad se mueve en unos parámetros que entran en contradicción con los que propone una educación democrática


En nuestra sociedad, el dinero es medida de casi todo, y para llegar a la riqueza existen caminos que no siempre coinciden con el esfuerzo y el trabajo bien hecho. La civilización occidental ha glorificado tanto las metas personales, que lleva en muchos casos, a la quiebra las metas compartidas. Y no olvidemos que la educación es una tarea colectiva.
Esto produce efectos tan negativos como que, mientras que hay chavales problemáticos que son premiados por nada, ser buen estudiante no es un modelo aceptado en los grupos de alumnos.
También debemos recordar que el individualismo de nuestro éxito, se convierte en soledad en nuestro fracaso.
Educar no es solo hacer elecciones de aprendizaje, sino también elecciones éticas, por lo tanto se hace necesario reflexionar sobre nuestra escala de valores a la hora de educar.

2.¿CÓMO ES NUESTRA ESCALA DE VALORES A LA HORA DE EDUCAR?


Vamos a hacer una revisión de algunos de los valores que sin duda tendremos que utilizar para educar. Los valores son como los materiales con los que construimos una casa, gracias a su calidad y fuerza vamos a poder diseñar algo que nos sirva para vivir en las circunstancias que nos han tocado.

En cada valor vamos a poner también aquellas situaciones que presumiblemente se consideran como un valor, pero que en realidad se convierten en un contravalor, es decir va en contra de aquello que dice defender.

2.a) Igualdad


Padres e hijos tenemos los mismos derechos fundamentales pero distintas responsabilidades. Los niños y niñas tienen derechos, pero no todos, y además debemos recordar que también tienen obligaciones. También hay que constatar que no son seres oprimidos, pero que se pueden convertir fácilmente en tiranos, cuando confunden los derechos con privilegios. Por tanto no podemos confundir igualdad con una relación de servidumbre.
Sin embargo,la relación vertical ( donde el adulto está por encima del niño/a), a pesar de lo que pueda parecer, les da seguridad a nuestros hijos e hijas, porque vivir permanentemente en la desobediencia es muy inseguro.
Si entendemos la amistad como una relación de igualdad, no podemos ser amigos de nuestros hijos hasta que no crezcan y puedan igualarse a nosotros como adultos, esto no impide por supuesto que podamos tener con ellos una relación de afecto y confianza inmejorables.
Contravalor: La No-Igualdad
A veces los niños confunden la igualdad con la impunidad, creando una relación interesada con el adulto en la que los niños sólo se limitan a exigir, bien un poder que no les corresponde o que los adultos hagan previamente lo que les corresponde a ellos.

2.b) Responsabilidad


La familia se está inhibiendo de dar la primera socialización y está pasándosela a la escuela o a otros profesionales.
El mal comportamiento de los niños y niñas no se da por una fatalidad ante la que es imposible luchar, o porque ahora los niños sean peores, sino porque no se les ha enseñado a comportarse en esas situaciones. Los adultos se inhiben y dejan que sean los niños y niñas, los que decidan.

Contravalor: La No-Responsabilidad
A veces la responsabilidad se convierte en claudicación ante los hijos porque los padres y madres piensan que no pueden hacer nada por mejorar el comportamiento de sus hijos

2.c) Autoridad


Ejercer la autoridad es poner límites. Pero poner límites, no es imponer un régimen dictatorial, sino establecer una Constitución, y para establecer una constitución, necesitamos un periodo constituyente. Y la infancia, es un claro ejemplo de esta necesidad.
En la constitución que planteamos como norma de convivencia a nuestros hijos e hijas, deben caber todos. Ellos, nosotros y los demás.
Sin embargo, existe desconfianza hacia la autoridad y eso debilita a las figuras adultas.


Contravalor: La No-Autoridad
A veces existen situaciones donde los padres y madres son capaces de criticar o enfrentarse a otra autoridad, con tal de no enfrentarse con los hijos. Son casos extremos de acomodación por falta de autoridad.

2.d) Poder


Hemos pasado de una situación de represión (exceso de poder) a una situación de descontrol (falta de poder). Pero el poder, como la energía, ni se crea ni se destruye, si no está en un lado está en otro. Si no lo tenemos los adultos lo tienen los niños. La cuestión entonces es quién merece más confianza para tener esta responsabilidad.
El poder ha hecho y hace mucho daño, pero no podemos prescindir de él y sobre todo no podemos cederlo a nuestros hijos.
Los elementos clásicos para ejercer el poder son: el miedo, la culpa y la vergüenza. Pero, ¿en qué se convierte un niño que no tiene nada de miedo, nada de culpa y nada de vergüenza?
La utilización del poder en educación siempre requiere de matizaciones para encontrar el justo medio:
El exceso de miedo te lleva a ver a los demás siempre como un peligro y la ausencia de miedo te convierte en un peligro para los demás.
El exceso de culpa te convierte en tu propio enemigo y la falta de culpa convierte a los demás en tus victimas.
El exceso de vergüenza es ir con el freno de mano echado y la falta de vergüenza es ir sin frenos.
Por otra parte hay que recordar que el cariño y la firmeza son imprescindibles para educar, por tanto no pueden ser incompatibles.


Contravalor: El No-Poder
Hay veces sin embargo que los padres y madres viven la educación de los hijos como una relación donde siempre hubiera colaboración, dejando las decisiones en sus manos y adaptándose a ellas aunque no les guste. Es decir deciden que nunca deben utilizar el poder.


2.e) Obediencia


Es un valor que no se trata con comodidad por su relación con el poder y la autoridad. No la vemos como un beneficio para el niño. Sin embargo es un valor muy importante, porque señala el camino hacia la voluntad.
Hay veces que los padres creen que si el niño obedece a algo que no acepta, se le puede crear un trauma. Sin embargo a nuestros hijos hay que enseñarles que algunas cosas son innegociables.


Contravalor: La No-Obediencia
Se dan situaciones en las que los niños viven como si no hubiera normas, y hay que recordárselas constantemente y con gran esfuerzo, porque la presencia del adulto no significa el cumplimiento de la norma.


2.f) Voluntad


La voluntad podríamos decir que es la obediencia a lo que pienso, no sólo a lo que siento; e incluso en contra de lo que siento.
La motivación (dar motivos) no se debe confundir con la incentivación (dar incentivos).Motivar es enseñar que el esfuerzo merece la pena aunque parezca contradictorio.


Contravalor: La No-Voluntad.
Constantemente se le está dando al niño/a la información de que no tiene que esforzarse para conseguir sus objetivos. Esto es directamente una estafa, ya que en la vida hay un coeficiente de adversidad que no debemos evitar al niño/a, porque si no le estaremos falseando la realidad.

2.g) Autonomía


A la verdadera autonomía se llega a través de la heteronomía, es decir sólo después de haber obedecido a los demás, podemos obedecernos a nosotros mismos, sólo así podemos ser disciplinados.
La autonomía tiene siempre un elemento de responsabilidad. Por lo tanto, no se puede confundir la autonomía con hacer lo que me dé la gana sin tener en cuenta a los demás.
Hay veces que los padres confunden situaciones de opresión, con situaciones donde se les pide responsabilidades a los niños.

Contravalor: La No-Autonomía
Hay veces que nuestros hijos/as se comportan como autónomos en situaciones complejas (conducir una moto o ir de botellona), pero no en situaciones sencillas (recoger la mesa o fregar los platos).


2.h) Libertad


La libertad no es una situación que se encuentra, es una situación que se logra. Los adultos tenemos la obligación de ayudar al niño a que se libere de su ignorancia para que pueda ser libre.
El concepto de libertad es a veces relativo, y existen situaciones que presuponemos de libertad para nuestros hijos e hijas y que en realidad ellos no lo viven así y viceversa.


Contravalor: La No-Libertad
A veces la libertad se confunde con la omnipotencia, la espontaneidad, el desahogo o la desvergüenza.

H) Libertad
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2.i) Verdad


Para educar no podemos caer en el dogmatismo (creer que nuestra verdad es la única), ni en el relativismo o nihilismo (no hay ninguna seguridad sobre la verdad).
La verdad es ante todo, firmeza y aquí se forjan dos valores fundamentales para sostener nuestra escala de valores: la legitimidad y la coherencia.
La verdad puede ser un valor en transformación, lo cual no implica que sea un valor inestable. Y es un valor en transformación porque lo debemos crear a partir de lo colectivo, lo cual nos obliga a aceptar al otro, y por lo tanto a aceptar también nuestros errores. Y por eso mismo a aceptar el conflicto como parte de la vida. Esto nos lleva a la comunicación con los demás, nos lleva al diálogo.


Contravalor: La No-Verdad
Es la preponderancia de la opinión y el rumor o el chisme, que no tienen que confrontarse con la realidad.


I) Verdad


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2.j) Dignidad


La dignidad es poseer todos los derechos humanos y reconocérselos a los demás. También es por tanto anteponer el respeto de las reglas del juego a las ambiciones personales.
La dignidad es la apuesta por un proyecto común, lo cual es un seguro de convivencia. Al defender mi derecho individual, defiendo el de los demás y viceversa. Esto significa vivir dentro de la fuerza de la ley. Lo contrario es vivir dentro de la ley de la fuerza, es decir en la quiebra del proyecto común que tan sólo me ofrece inseguridad. Enfrento mi privilegio a los privilegios de los demás. Sólo una posición superior me lo permite.
Todos tenemos derecho a vivir nuestro proyecto individual pero el proyecto común de vivir con derechos individuales, no puede dar lugar a un modo individual de vivir, que aniquile dicho proyecto común.


Contravalor: La No-Dignidad
Se da cuando pido derechos para mí, que no respeto en los demás y cuando exijo utilizar las reglas del juego sólo si es en mi provecho.

J) Dignidad
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3.¿CÓMO SON LAS NORMAS QUE UTILIZAMOS HOY EN LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS/AS?


Las normas que utilizamos hoy , en muchas ocasiones, son las inexistentes. De alguna manera los adultos pensamos que los niños y niñas deben vivir disfrutando constantemente de un mundo sin obligaciones y que esta es la única manera de ser felices. De ahí que los niños consciente o inconscientemente vivan en un paradigma :"La vida es lo que yo quiero" y que urgentemente hay que cambiar por otro paradigma: "La vida es lo que debe ser". Y ¿qué es lo que debe ser?. Pues lo que digamos entre todos, es decir la vida democrática. Y esto es así porque el niño o la niña no viven solos, sino conviviendo con los demás.

3.a) Buscamos una vía que nos ayude a educar con nuestros valores en estas circunstancias


Buscamos una vía entre la represión y el descontrol.
En el modelo represivo, se reprime la violencia y la mala educación, pero también la creatividad, la curiosidad, la expresividad y la capacidad de gozo. En el modelo permisivo, se permiten las características anteriores, pero produce mucho descontrol, y se corre el riesgo de que sea el niño, el que se convierta en opresor del adulto.
Buscamos por tanto un modelo de autoridad democrática, que sería aquella vía que es capaz de imponer límites sin imponer un régimen dictatorial. Es decir límites democráticos que defiendan unos valores beneficiosos para todos.
Debemos recordar que la civilización consiste principalmente en la buena voluntad, en la capacidad de aceptar normas y de restringir nuestros propios intereses para favorecer las necesidades e intereses de todos. Gracias a esto es posible la existencia de la ciencia el derecho o el arte.
Hemos heredado del mundo animal la ley de la fuerza. Las normas son algo antinatural, como lo es la defensa del más débil. Las normas son una creación cultural, pero es que la creación cultural es nuestra forma de adaptarnos. Y algunas de las creaciones culturales que utilizamos son los valores, los hábitos y las normas.
Los valores son comportamientos, actitudes o principios morales, ideológicos o de otro tipo que guían el comportamiento personal. Y todo sistema normativo siempre pretende defender o fomentar los valores que considera fundamentales.
Los hábitos son el modo de actuar adquirido por la frecuente práctica de un acto. Cuando están en consonancia con los valores, estos hábitos no generan conflictos en el seno de la comunidad, pero cuando no coinciden con los valores, estos hábitos generan conflictos.
Las normas tienen como finalidad ordenar el comportamiento (la coordinación entre los valores y los hábitos). Ordenar en el sentido de mandar y en el de establecer una precisa disposición, las dos cosas a la vez.
Las normas están al servicio de un necesario proyecto llamado: JUSTICIA que es el método legítimo de resolver los conflictos. Solo se puede considerar resuelto un conflicto cuando se consigue proteger algún valor que se considera fundamental para la convivencia.
La complejidad de las comunidades humanas obliga a crear una guía de comportamiento, que para poder respetar los valores, debe estar recogida en las LEYES.
Si hacemos una revisión de algunos hábitos de nuestros hijos/as podremos ver que no coinciden con nuestros valores, entonces ¿por qué no reaccionamos? ¿por qué no ponemos normas democráticas?

3.b) Algunas ideas que nos hacen difícil poner normas


Creemos que mostrar afecto es mostrar adhesión incondicional.
Muchas veces confundimos al niño por no saber mostrar de una forma segura y cariñosa el rechazo a las actitudes negativas. Se aguantan situaciones indeseables hasta que explotamos, y entonces rechazamos al niño en general, destacando únicamente su lado negativo
Toda transgresión es considerada una forma de progreso y la diversión como el acto transgresor por excelencia.

La oposición intelectual a la transgresión es mal vista, por lo tanto poner normas no es progresista, sin embargo el progreso es un laborioso proceso de política democrática basada en el debate, la investigación, el trabajo, el acuerdo y la reforma legislativa.
Pensamos que la rutina y el conformismo son insoportables.

Hay una sobrevaloración del inconformismo, y por tanto, de la desobediencia a las normas
La autoridad siempre es sospechosa y nos es difícil hacerla partícipe del estado democrático de derecho.

Y tenemos la idea de que es posible prescindir de ella, por lo tanto si nos toca ser autoridad es mejor no serlo o no aparentarlo
Creemos que la cortesía, el protocolo, la burocracia y la ley no son necesarios. Que son elementos a veces molestos pero necesarios en comunidades complejas
Creemos que el desorden es menos peligroso que el orden.

Por esta razón también sería menos necesarias las normas que las no-normas (la espontaneidad, la libre expresión, etc.)
Pensamos que no existe el bien ni el mal. Todo es relativo.

No existe por tanto la responsabilidad ante ellos, por lo cual ¿para qué sirven las normas?
Tendemos a pensar que el niño no puede aburrirse, ni debe esforzarse mucho. Por tanto si sólo debe dejarse guiar por lo que sienta en cada momento sin tener en cuenta el exterior,¿para qué sirven las normas?.
Pensamos que la superación de los problemas sólo se hace a través del desarrollo personal.

Por tanto, si un niño es conflictivo, no se puede modificar su conducta, hasta que él quiera.. Así que para qué le vamos a poner normas (desarrollo social), si no vamos a conseguir nada.
Está de moda pensr que la maldad es interesante, y la bondad es aburrida.

Por tanto, es interesante saltarse las normas, voy a ser mejor visto por los demás.
Poner normas no sirve para nada, porque sí no se saltan por un lado, se saltan por otro.

Esto nos lleva directamente a la inactividad y hasta a fácilitar la quiebra de la norma.
Creemos que poner normas es una actitud idealista.

Por tanto quien pretende arreglar un problema poniendo normas, es tachado de iluso.
Pensamos que la infancia es un estado natural, al cual hay que modificar lo menos posible.

Cuando en realidad, la infancia es una creación cultural más del hombre. Una creación cultural que hace que el comportamiento de un niño/a del Primer Mundo sea totalmente diferente al de un niño del Tercer Mundo.
Confundimos los derechos con los intereses, deseos o caprichos.

Esto nos hace olvidar que todos los derechos están intimamente unidos a los deberes.
Pensamos que tener derechos significa automáticamente saber utilizarlos bien. Esto no es siempre así, por ejemplo se puede protestar, pero no en cualquier sitio ni de cualquier manera.
Creemos que si algo está mal es por el “sistema”.

Como no podemos cambiar el “sistema”, para qué vamos a poner normas. Siempre será más facil protestar o ir contra el “sistema” , que modificarlo para mejorarlo.
Consideramos que el individualismo es un valor incuestionable.

¿Pero qué es ser uno mismo? ¿Es hacer en todo momento lo que nos apetece? ¿Cómo podemos hacer concorcordar esto con el cumplimiento de la norma?

3.c) ¿Cómo se adquiere un hábito?


Los hábitos son una fuerza (la fuerza de la costumbre), una fuerza que nos puede limitar o con la que podemos adquirir capacidades
El niño está siempre adquiriendo hábitos. ¿Pero cómo se adquiere un hábito?
▫ Se decide crear el hábito
▫ Se llevan a cabo las mismas acciones y preparativos
▫ Se muestra una actitud segura en esas acciones
Los hábitos pueden ser:
▫ Afectivos (nos enseñan a sentir)
▫ Cognocitivos (nos enseñan a pensar)
▫ Operativos (nos enseñan a actuar)


3.d) Buscamos una constitución para nuestra familia


Es decir, buscamos un conjunto de normas que nos sirvan para vivir en armonía.
Pero debemos recordar que en la educación de los hijos estamos en una ETAPA CONSTITUYENTE , por tanto, no podemos legitimarla a través de una “consulta popular”, sino que las normas están en una evolución que nos fuerza continuamente a evaluar la situación y a modificar las respuestas. La autoridad por tanto, es una responsabilidad ineludible, porque no somos iguales a los niños. No podemos vivir como si los niños estuvieran a nuestra altura, o peor, como si nosotros estuviéramos a la suya. Para ello debemos confiar en nosotros mismos y en nuestros valores.


Vamos a decidir darles entonces a nuestros hijos unas reglas razonables para:
▫ Su seguridad
▫ La armonía de la familia
▫ La vida social del niño y de la propia familia
▫ La autodisciplina
▫ Su autoestima y autocontrol
▫ El bienestar de los demás

Las normas deberían responder a las siguientes preguntas:

1. ¿Son necesarias?
2. ¿Son simples?
3. ¿Son justas?
4. ¿Las comprenden nuestros hijos?
5. ¿Les va a merecer la pena cumplirlas?
6. ¿Las aceptan nuestros hijos?
7. ¿Saben que ocurrirá si las infringen?
8. ¿Me atrevo a hacerlas cumplir?
9. ¿Las aplico con justicia?
10. ¿Lo hacen también los otros adultos de la casa?

Vamos a darle a nuestros hijos las razones de nuestras normas. Debemos explicar las razones, cuando las circunstancias lo exijan, para que el niño comprenda que las normas que ponemos tienen una base racional y beneficiosa. Debemos ponerlo en nuestro lugar, o en el lugar del otro. Para que el niño y la niña puedan sentir empatía (Capacidad para ver las cosas desde el punto de vista de otro además del propio) por los demás, y puedan entender eso de “No le hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”.

¿Cómo hacemos esta constitución?

·
Observando:

Debemos escuchar a nuestros hijos, creando en ellos una atmósfera de confianza.
Debemos traducir sus comportamientos para saber qué quieren decir con sus llamadas de atención o con sus silencios, es decir debemos saber por qué y para qué actúan como lo hacen
Debemos fijarnos también en lo positivo y valorar el buen comportamiento.

·
Comunicando


No podemos monologar (sobre todo con adolescentes), es mejor preguntar y escuchar.

Podemos hacer un esfuerzo por comprenderlos pero no podemos ponernos a su altura.
No podemos perder los nervios.
No podemos faltarle el respeto si no queremos que nos lo falten a nosotros.
No podemos ser invisibles para ellos ni viceversa.
No podemos inhibirnos ante su mal comportamiento, aunque a veces haya que ignorar determinados comportamientos.

Debemos señalar concretamente las cosas que no nos gustan y no caer en hacer un rechazo general de nuestros hijos

· Construyendo:


Creando una estructura de hábitos y rutinas que le ayuden a vivir, como por ejemplo a pedir permiso, o acudir a los mayores ante una agresión antes que agredir.
Más prevención es igual a menos castigo. Se resiste más la tentación de un mal comportamiento si las circunstancias lo impiden que si lo castigamos después de hacerlo

· Siendo coherentes

Debemos demostrar nuestros valores con el ejemplo
No debemos amenazar con lo que no se puede cumplir
Los límites deben estar fijados por las circunstancias, y no por nuestro estado de ánimo

· Actuando:

Ante las conductas inadecuadas, lo principal es no dejarlos decidir, actuando como requiera la situación:
- Ignorando su llamada de atención y
siguiendo con nuestro plan
- Explicando nuestra razones y
siguiendo con nuestro plan
- Castigando sin más explicaciones
ante situaciones innegociables

3.e) Hagamos una reflexión sobre la obediencia.


Para la convivencia necesitamos la obediencia de los niños.
Buscamos un desarrollo moral y social adecuado. La obediencia es la disposición a la socialización (Instrumento que utilizamos para enseñar a nuestros hijos la manera de comportarse en el medio que les ha tocado vivir)
No hay que confundir la obediencia con la sumisión
Hay que recuperar la autoridad de la presencia del adulto (se logra decidiendo los adultos)
Hay que recuperar la petición de permiso por parte de los niños

3.f) Hagamos una reflexión sobre el castigo

n
El castigo debe conducir al autocontrol, pero esto sólo ocurre cuando el niño está del lado de la persona que le castiga
El castigo no debe confundirse con el rechazo. Debemos rechazar las actitudes negativas pero no a la persona. Esto permitirá que nuestro hijo esté a nuestro lado aún cuando lo castiguemos. No vale la condena si no es seguida de la rehabilitación
Debemos dejar que sea el niño el que se acerque a nosotros después del castigo, pidiendo el restablecimiento de la colaboración
La manera de castigar es muy importante:
Si es una actitud meditada y justificada tiene unas consecuencias. Y si es fruto de una reacción tiene otra.
No vale de nada posponer el castigo o transferirlo a otra persona
Tampoco deben presentarse fisuras en los padres a la hora de castigar. Las medidas deben ser fruto del consenso y el respeto de ambos conyuges
Por último, cuando se castigue, antes o después, debe haber una conversación donde se recuerden:
Los límites, explicando los porqués
El papel de cada uno
El cariño que se le tiene

3.g) Unas últimas reflexiones sobre las normas


Puede ser un grave error darle a los niños y niñas una posición que no se han ganado
Tenemos que estar muy pendientes de nuestros hijos e hijas, ya que la complejidad de nuestra sociedad nos obliga a actuar en el instante
No podemos sentirnos solos en esta tarea de educar a nuestros hijos, ya que es necesario un gran pacto social, porque el problema de la educación es un conflicto de acción colectiva. Recordemos ese dicho africano “Para enseñar a un niño, hace falta toda la tribu” . La tribu debe volver a educar.
Una última reflexión para poder tener una visión optimista, imprescindible en educación: dicen que el hombre es un lobo para el hombre, esa es la excusa para ser lobo y esa es mi razón para ser hombre.

Historia de una pared

Para finalizar, me gustaría mostrar un ejemplo de como los conflictos, muchas veces son conflictos de valores, y sólo tienen una posible solución en la defensa de nuestros propios valores.
En el I.E.S. San José en Coria del Río (Sevilla), en el curso 04/05, tuvimos un problema: aparecieron unas pintadas que iban en contra de la convivencia. El reto estaba en nuestra respuesta. Se trataba de luchar por nuestros valores a través de nuestros valores.Utilizamos un homenaje a las Víctimas del 11-M, y la figura de Miguel de Cervantes, por los 400 años de El Quijote. Cuando lo pusimos en el Teatro del Centro Cívico, hubo un aplauso generalizado del alumnado. Habíamos ganado la batalla. Eran nuestros valores los que habían vencido.

Bibliografía


Libros de José Antonio Marina:

. En Editorial Anagrama:

- “Elogio y refutación del ingenio”
- “Teoría de la inteligencia creadora”
- “Ética para náufragos”
- “El laberinto sentimental”
- “El misterio de la voluntad creadora”
- “La selva del lenguaje”
- “Diccionarios de los sentimientos”
- “La lucha por la dignidad”
- “La inteligencia fracasada”

. En Editorial Ariel:

- “Aprender a vivir”
- “Aprender a convivir”

Libros de Fernando Savater en Editorial Ariel:

- “Ética para Amador”
- “El valor de educar”
- “El valor de elegir”

Otros libros:

- “Entre la tolerancia y la disciplina” de Martin Herbert en Editorial Paidós
- “Qué hay que enseñar a los hijos” de Victoria Camps en Ediciones de Bolsillo
- “El papel de los padres en el éxito escolar de los hijos” en Editorial Aguilar
- “Si la Naturaleza es la respuesta ¿Cuál era la pregunta?”de Jorge Wagensberg en Editorial Tusquets
- “Amás cómo, menos por qué” de Jorge Wagensberg en Editorial Tusquets
- “Mis pequeños monstruos” de Javier Mahillo en Editorial Espasa
- “El miedo a la libertad” de Erich Fromm en Editorial Paidós
- “La condición Humana actual” de Erich Fromm en Editorial Paidós
- “Humana conditio” de Norbert Elias en Ediciones Península
- “Cómo mejorar nuestra comunicación” de Juan M. Sánchez-Rivera en Fondo de Cultura Popular
- “Violencia y ternura” de Juan Rof Carballo en Editorial Espasa
- “Aprendizaje y desarrollo intelectual” de Montserrat Moreno y Genoveva Sastre en Editorial Gedisa
- “Introducción a Piaget” de P.G. Richmond en Editorial Fundamentos
- “El juego de los niños, estudios sobre la génesis de la infancia” de D. Elschenbroich en Ed. Zero Zyx
- “Las sociedades tribales” de Marshall D. Sahlins en Editorial Labor
- “La interpretación de las culturas” de Clifford Geertz en Editorial Gedisa
- “Rebelarse vende. El negocio de la contracultura” de Joseph Heath y Andrew Potter en Ed. Taurus
- “Yo y tú, objetos de lujo” de Vicente Verdú en Editorial Debate